La energía sexual es muy poderosa, capaz de producir un nuevo ser humano, pero no es infinita. La heredemos de nuestra madre y nuestro padre y, cuando se agota, el organismo muere. Si la energía sexual se refina y recicla es capaz de sanar nuestro organismo, llevarlo a niveles ulteriores de vitalidad, decelerar el proceso de envejecimiento y ser combustible para el desarrollo de la conciencia.
El “refinar” va mucho más allá de las técnicas de respiración y canalización de la energía sexual misma. La energía sexual no es algo mecánico, es influida por nuestras emociones y afecta en cómo nos sentimos. Por eso es esencial refinar también la energía de los órganos internos y liberar traumas no resueltos.
Así, desde una práctica integral, transformamos una pulsión primaria en un refinado ingrediente fundamental para lograr salud, longevidad, claridad mental y por supuesto, relaciones armoniosas.